Tal vez no te lo diga suficientes veces, pero soy feliz de tenerte en mi vida. La soledad de este mundo se vuelve efímera cuando estoy contigo. Es así. Tienes ese algo que aleja los fantasmas de mi vida y me hace pensar en presente, mirando de reojo a un futuro en el que, estoy seguro, seguirás formando parte de mi vida.
No me importa las veces que tenga que repetirte las mismas cosas, lo cabezota que seas o las discusiones. Después de todo, juntos formamos esta amistad y los roces están hasta en los cimientos de lo que construimos. Será que somos tan diferentes e iguales al mismo tiempo, que es imposible no chocar.
Así que… gracias. Por estar ahí cada día y saltar los muros que siempre intento levantar. Lo siento. Nace de mí protegerme y solo tú eres capaz de mirar dentro por muchas barreras que trate de poner en medio.
Eres ese alguien que siempre está ahí, sin importar los problemas, haciendo caso omiso de la vida cuando ésta más aprieta. Será por eso que puedo decir sin dudar, que por muy cuesta arriba que se nos ponga todo, seguiré estando a tu lado con la mano tendida y mi amistad dispuesta a soportar cualquier caída.
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