Me encantas. Eres capaz de despertar en mí sentimientos que creía no volvería a sentir. Enterrados en un mar de olvido del que pensaba que nunca conseguirían escapar. Pero lo hicieron. Tú fuiste quien llegó para salvarlos, para salvarme a mí. Tendiste la mano como quien lanza un salvavidas y yo, que nunca había visto tanta luz en nadie, ni siquiera lo dudé.
Contigo todo es diferente. No hay día igual que otro, ni abrazo, ni siquiera respiro de la misma manera cuando te tengo cerca. Será que mi cuerpo y mi mente saben que cuando tus dedos rozan mi piel, estoy perdido. Por eso se me acelera el pulso, a la espera de ese suave roce que me lance a vivir todo eso que hasta ahora estaba en pausa.
A ti, que te he estado esperando toda una vida.
Ahora que te vivo sé que no quiero volver a estar sin ti. Por muchos problemas que acechen a la vuelta de este presente que ahora vivimos, no dejaré que nada destruya lo que tenemos. Ni siquiera yo. Eso no pasará esta vez. Me lo prometo a mí, más que a ti. Para estar seguro de comprender que esta vez toca hacer las cosas bien. Que no habrá error en el intento, solo heridas de esas que sanan con un beso con regusto a disculpa. Nada más grave que eso.
Qué sencillo sería todo si no tuviera tanto miedo a tropezar una vez más con las mismas piedras que me hicieron caer en el pasado. Que rompieron los futuros que yo daba por seguros y que ahora, al mirar atrás, entiendo que no todas las historias tienen un final feliz.
Aun así, espero que esta sí. No creo que pudiera perdonarme estropear esto. Y estoy seguro de que no tendré que hacerlo. Algo dentro me dice que esta vez al fin te he encontrado. A ti, que te he estado esperando toda una vida. Y no solo eso, sino que pienso que has llegado en el momento adecuado porque, por una vez, siento que estoy preparado.
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