Tengo cuatrocientos mil recuerdos antes de ti, un buen puñado de cicatrices y alguna que otra derrota. Tengo guardados en un rincón los daños que me hicieron los años en que tú no estabas, los ríos de tinta que sangré para sacar de mí lo que no podía decir en voz alta. Tengo diez cuadernos completos con las palabras que jamás pronunciaré de nuevo, y cuatro o cinco verdades ocultas todavía en mi interior.
Pero hoy, mañana, el tiempo que estés a mi lado, me he propuesto mirar al frente. He decidido dejar atrás aquella vida, prender fuego a tanta página insulsa, triste, y renacer de sus cenizas hacia el nuevo amanecer que son tus labios, volando en pos del horizonte de tus caderas, soñando con rozar siquiera la curvatura de tu sonrisa, sol naciente de mi vida.
He decidido convertir en mundo tu ser, hacer de ti el tiempo que me quede y vivirlo intensamente. Recorreré tu piel desnuda y la vestiré con besos, haré de mi abrazo cálido fuego en que quemar tus ansias y del amor que ambos sentimos nacerán los lazos que nos unan para siempre en este nuevo mundo que ambos hemos creado.
Tengo un pasado, lo mismo que tú. Tengo tras de mí todo lo que me hecho así, empujando siempre fuerte, tratando de hacerme caer en este nuevo intento de levantarme. Como tú. Por ello, me apoyaré en ti al tiempo que tú lo haces en mí. Nos levantaremos juntos de aquella vida que hemos dejado atrás y caminaremos de la mano hacia nuevo mundo, hacia la nueva vida que empezó con el primer beso, con la primera mirada llena de amor que, hace mucho, nos profesamos.
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